El Año Escolar en EEUU

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Testimonio: cómo nos ha ayudado Brenda…

Hace unos días, mientras pensaba en ese 2020 imborrable, caí en que una de las personas que conocí ese año fue como un hada de las que en los cuentos aparecen cuando más la necesitas. Entre los propósitos de ese 2020 inolvidable estaba enviar a nuestra hija mayor, a la sazón de 15 años, a estudiar un año en Estado Unidos. En enero ya habíamos decidido el programa y la empresa organizadora en España, recomendada por unos amigos.

¡Martina se va a Kansas!

Desde la empresa nos fueron informando puntualmente de todos los trámites y gestiones, las habituales y las especiales debidas a la Covid-19; las académicas, las médicas y las gubernamentales; y nos dieron algunas recomendaciones básicas. A finales de marzo supimos que una familia de Kansas quería acoger a nuestra hija ¡qué emoción!

Estudiar en EEUU en tiempos de Covid

El plan seguía adelante a pesar del maldito virus y pronto llegó el verano y la incertidumbre de si los estudiantes de intercambio tendrían las fronteras abiertas. Resultó que sí y seguimos con los trámites del visado, los billetes, la confirmación de que tenía que irse antes de lo previsto para hacer la cuarentena previa al inicio del curso, y demás novedades de última hora. Afortunadamente, todo el sistema de documentación estaba muy bien organizado y la primera semana de agosto nuestra hija voló, nerviosa y emocionada, hacia Kansas.

Y la ansiada llegada a Kansas…

Todo había salido bien, pero aquello no era más que la casilla de salida para su experiencia americana. Allí. Ella solita. Resulta que con todos esos preparativos administrativos, médicos y académicos, no habíamos caído en que Martina desconocía totalmente lo que se iba a encontrar al aterrizar. Y no hablo sobre las calles, los edificios o los coches, la forma de vestir, la comida o la música. Hablo sobre que no sabía casi nada sobre la cultura en la que había aterrizado. Por supuesto, sabía el aspecto que tendría su instituto, gracias a las películas y las series americanas. Sabía que habría un baile de graduación, una fiesta familiar de Acción de Gracias, mucho deporte en la escuela, y se imaginaba que formaría parte de las “populares” debido a su exotismo europeo. Pensaba que pronto se codearía con amigas, iría de compras al mall y podría asistir a una de esas fiestas donde los menores beben cerveza y vodka, aprovechando que los padres se han ido de fin de semana a Las Vegas.

Y llega también el CHOQUE CULTURAL

Pobre Martina, y pobres nosotros. El choque cultural nos explotó en la cara. A estos padres que habíamos ido de Erasmus en nuestros años mozos (universitarios y dentro de Europa), que habíamos viajado a USA (yo tres semanas un verano a Minnesota, ambos varios viajes culturales a Nueva York), que teníamos bastantes sellos en el pasaporte (y eso que los de la Unión Europea ya no contaban…) Todo ese bagaje personal, nuestro, no le servía a Martina allí de nada. A los diez días de llegar a ese remoto pueblo de Kansas, sin haber podido hacer la semana de orientación grupal debido a la pandemia, nuestra hija lo estaba pasando realmente mal y nosotros no sabíamos desde España cómo ayudarla.

El dilema de los padres a distancia…

¡Qué angustia!¡Qué malas noches, escuchando en los audios de Whatsapp cómo la alegría inicial se iba apagando y convirtiendo en tristeza, incomprensión, conflictos y malentendidos con la familia de acogida! Desde la organización nos recomendaban limitar al máximo la comunicación con ella. Pero qué difícil es no contestar a una llamada que adivinas es el cordón umbilical que conecta a tu hija con lo conocido, con las voces familiares, con el cariño de su familia. ¡Uf, muy difícil!

Ayuda para padres angustiados…

Buscando cómo ayudar a nuestra hija en esa situación en la que se encontraba muy a disgusto, encontré una página dedicada a la Inteligencia Cultural, en la que se ofrecían muchos recursos para la diversidad cultural. Pero yo no necesitaba leer más, necesitaba hablar con alguien que pudiera ayudar a nuestra hija allí.

Una guía nativa para entender la cultura de EEUU

Escribí al email de contacto y al otro lado contestó Brenda desde su servicio para padres y madres: Hijos en Estados Unidos. Brenda Padilla Ericksen, el salvavidas al que nos agarramos tres personas (mi hija, mi marido y yo). Desde la primera conversación por teléfono Brenda nos transmitió tranquilidad, no solo por sus muchos años de experiencia, sino también por su manera de comunicar. Su diagnóstico de lo que estaba pasando fue tan exacto que nos pareció que podía ver Kansas por un agujerito. Además, tuvo en cuenta las posiciones de todos los implicados:

  • la familia anfitriona americana

  • la estudiante

  • los padres españoles de la estudiante.

Su ecuanimidad es impecable, si bien su objetivo es que el/la estudiante desarrolle los recursos propios, personales, para superar las situaciones difíciles.

Gestionar el choque cultural es posible

El “Método Brenda Padilla Ericksen” se basa en una escucha muy atenta y una respuesta muy personalizada, basada en la cantidad de situaciones, casos y experiencias que ha conocido y acompañado. Después de cada conversación, prepara un resumen de las ideas clave tratadas, con las acciones a realizar. Ese resumen nos ha sido muy útil, pues en las conversaciones cada uno nos quedamos con ciertas ideas y a veces no coinciden. Salvando las distancias, es como una receta o un plan de acción. Además, prepara unos powerpoints para las charlas temáticas que son geniales. De estos que si los ves sin su explicación no te dicen mucho, pero si los revisas después de que ella te haya dado la charla se convierten en una guía gráfica muy divertida. ¡Olé tus powerpoints, Brenda!

Un puente entre España y Estados Unidos

No hay nadie infalible, pero sí hay expertos que conocen un campo con tal profundidad y desde tantos lados que da una gran tranquilidad tenerlos a tu lado para que te orienten, te indiquen y te guíen. Brenda ve la realidad de tener hijos estudiando en el extranjero desde la mentalidad española, la americana, la de los padres y la de los estudiantes. Espero que esto no le suponga problemas de personalidad, pues a veces esas mentalidades “se dan de tortas” y conciliarlas es una difícil labor de diplomacia.

La varita mágica no existe, pero sí hay soluciones

Voy a ir terminando, no vaya a ser que Brenda se piense que quiero hacerme con su blog. Debo reconocer que quizás esta entrada sea una especie de “regalo envenenado” para Brenda, en el sentido de que sitúe las expectativas de otros padres en un nivel demasiado elevado. Y eso les lleve a pensar que no tienen más que consultar a Brenda para que sus problemas (más bien, los de sus hijos en el extranjero) desaparezcan o, aún mejor, no lleguen a producirse. Nuestro caso fue así: nuestra hija se fue con todos los papeles en orden, pero sin ninguna preparación sobre el choque cultural y, la verdad, casi se estrella (o sea, casi se vuelve).

Un choque cultural con final feliz…

Gracias a una intervención rápida y acertada (también, desde luego, por parte de la organización española y americana) la situación se recondujo. Hubo un cambio de familia, pero lo importante fue que hubo una orientación sobre lo que cabía esperar, sobre cuál es la “horquilla de normalidad” en Estados Unidos.

Si los padres de otros estudiantes pueden recibir esos consejos y esa información antes de que su hijo pise suelo americano, puede que se ahorren algunas angustias. Otras no, pues el proceso de soltar a los hijos y que se desenvuelvan por ellos mismos nunca es “como si nada”. ¡¡Y mucho menos para unos typical Spanish parents!! ;-)

 

María Cifuentes Ochoa
Madrid, 4 de enero de 2021